lunes, 15 de noviembre de 2010

MONONOKEBLOGS SE TRASLADA

Lo dicho. Este blog quedará como...un bonito recuerdo, al fin y al cabo ya son ¡dos años! Que se dice pronto ¬¬.
Bueno, pues ya está configurado, solo hace falta meterle chicha ^^.
aqui está el recién nacido ^^
Àhremnan

sábado, 28 de agosto de 2010

NOVWEDADES M_U_Y IMPORTANTES

Ya llevamos más de un año en funcionamiento "en serio". Por ello, ya es hora de cambiar un poco el asunto y dado que a mi los temas me varían y las ideas van y vienen, el blog cambia de dirección y variará de título.
Desaparece el Lobo...y aparecerán otras cosas.
No quiero decir que el blog vaya a cambiar demasiado, solo que he introducido una nueva dirección para no ceñirme a una idea siempre (ya cansa lo del lobo ¬¬).

Bien, a partir de ahora, quien quiera entrar en este modesto blog deberá teclear:
http://monokeblogs.blogspot.com/
Simple, sencillo y para toda la familia, ¿eh? e_e

Chachi ^^

sábado, 17 de abril de 2010

martes, 16 de marzo de 2010

LCDLDT 4: Muerte y resurrección

(Alegre imágen final)
Un fuerte dolor atenazó mis entrañas cuando, colgado de la lámpara, vi a mi padre agonizar. En la cama, mi madre yacía con la garganta abierta y el edredón nórdico estaba cubierto de color carmín.

Proferí un grito de horror y caí en el parqué llorando con las manos tapándome el rostro. Era demasiado tarde para salvar a mi padre y entregarlo a la justicia. Demasiado tarde…para todo.
-Joder… ¿por qué? ¡POR QUÉ, JODER!-Grité. Adhenael me abrazó en el suelo.
-Lo siento…es culpa mía, lo siento Lena…
Entonces, abrazada al ángel y con mis padres ya ausentes, perdí el conocimiento por completo…

Silencio

- “Ahora solo se escucha el violín de mi tocayo, el grito al comienzo de Dark Side of the Sun. Desde el salón se escucha un jadeo de psicópata y la primera estrofa de la canción. Un llanto ahogado sale de mis pulmones y las lágrimas corren mi maquillaje. Lágrimas de odio, pena, rabia…e impotencia.”

Una tormenta fiera de aplausos se escuchó en el teatro del instituto de Sheffield donde yo estudiaba.
Se dice que hay sueños que puedes vivir en tres segundos toda una vida. Yo no llegué a tanto. No llegó ni a un día.
Me incliné “a la japonesa” y apagando el micro bajé las escaleras con mucha tranquilidad, dirigiéndome al patio de butacas. Allí, en la última fila, en pie, estaba alguien muy querido para mí.
Will.
Como siempre estaba con sus gorritos y su pelo bien planchado. Con sus sudaderas de animales- esta vez con un zorro blanco- y sus mitones a rayas.
Mientras la gente me aplaudía me dirigí hacia él, le besé.
-¿Cuándo has llegado?- dije en voz baja.
-Justo a tiempo para verte, ¿te basta?
-Sobra- volví a besarle divertida.- ¿Lo hiciste?-Le pregunté.
-Hecho. Hoy a la salida del trabajo una patrulla lo esperará a la salida de la notaría. Tu madre ha tenido muchas agallas. Has salido a ella Lena.
-Bueno…cumpliste tu misión, ¿no?
-Si…pero mira, he visto un piso a buen precio cerca. Creo que me quedaré a vivir por aquí. ¿Te parece?-Propuso. Yo sonreí y tomé asiento para terminar de escuchar los poemas y relatos de mis compañeros de último curso.
Will tomó asiento a mi lado, en el suelo.
¿Sabéis? El relato era verdad las dos veces. Pero sabía que ahora solo sentiría Bill Hubberman el dolor. Yo…yo había dejado de llorar lágrimas de tinta.

Fin.

LCDLDT 3: La verdad de Will


Shin (Cinema Bizarre), en quien me basé para hacer a Will
( **__** )

Tocaba el reloj de mi cuarto las ocho y media.
Will se había quedado con nosotras todo el día. Había comido con nosotras y me había ayudado a repasar Español para el examen que tendría el viernes de la semana siguiente. Después nos pusimos a jugar un rato a juegos de rol on-line.
Y sonó el doble pitido del reloj. Las ocho y media.
No tardarás en saberlo. Solo quedan-miró el reloj-cinco horas…
Ahora solo quedaba media. Y comprendí a qué se refería mamá.
Mi padre, notario, cerraba su oficina a las ocho y media, después, iba a tomarse un café-cuando era más pequeña y no estaba loco le acompañaba- y cogía el coche para volver a casa.
Y daban las nueve.
Aquel pitido también alertó a Will. Pero fue solo un segundo, después volvió a regular el comercio entre su colonia de humanoides pez y la metrópoli en Fishland-el nombre del juego-.
Me alarmé por un segundo…y un cuarto de hora más tarde subió Eva.
-Ralph está a punto de regresar, Lena… ¿no has quedado con ninguna amiga?
-No mamá… ¿por?
-Will…llévatela lejos. Donde no pueda…
Estaba asustada, ¿Qué iba a pasarle?
-Mamá…me da igual los “secretitos” que tengáis vosotros dos…quiero saberlos porque soy tu hija.
-Bien. Ya te dije que no denunciaras. Porque está loco. Porque anoche me dijo que hoy iba a matarme y, bien cuerdo, bien loco, Ralph Weastley jamás incumple lo que promete. Sé que irá por ti y quiero protegerte. Cuando muera te irás con Will.
Estaba llorando. Como una bendita tonta. A mi madre le quedaban minutos de vida y yo estaba en casa y despierta…como en el relato.
-Mamá…vete, maldita sea. Vete, denuncia y vete… ¿Qué se yo? A cualquier otro lugar, lejos de aquí.
Mi madre negó. Estaba tan asustada, tan acobardada…el miedo había cerrado su mente. Solo pensaba en rendirse y ni su hija ni Will-fuera lo que fuera- iban a permitirle cambiar nada.
Entonces escuchamos la cerradura. Y comenzó la cuenta atrás.
-Ya no podéis iros de aquí, chicos-gimió mi madre.- ¿Puedes poner Wish I Had an Angel, Lena? Es lo que necesito ahora. Por favor, ponlo alto, ¿quieres?
Por el rostro de Will cruzó una mueca dolor. Casi de impotencia. Acaricié su brazo.
-Will…
Y la voz potente de la vocalista tronó en la habitación. Will echó el pestillo que mi madre me había permitido poner en mi puerta.
-Supongo que necesitarás respuestas, Lena.-Pude distinguir en medio de la música atronadora.
Asentí y Will…se quitó la sudadera. Vale, se que las cosas estaban lo suficientemente mal como para no prestarle atención a cosas tan banales como aquella, pero es que Will…tenía un cuerpo perfecto. Con sumo cuidado se peinó el flequillo, se cogió el pelo y me pidió un coletero. El más cercano estaba en el baño.
Negué con la cabeza y Will se encogió de hombros.
-Lena, por favor, toca mi tatuaje. El de las alas.
De hombro a hombro habían tatuado unas preciosas alas caídas, blancas impolutas. Realistas como nunca había visto así un simple tatuaje. Acerqué mis dedos y me estremecí cuando noté el tacto plumífero de aquel dibujo. No, no tocaba piel, tocaba…plumas.
-¿Will? ¿Qué…qué es esto?
-Apártate, por favor, Lena-solicitó. Reculé dos pasos. Él dejó caer el pelo y se concentró. Un haz de luz blanca iluminó su figura. Cuando se extinguió…dos enormes alas blancas se hallaban en el lugar del tatuaje.
-Will…
-Adhenael, Lena. Mi nombre es Adhenael. Ángel Protector de la Tercera Escuadra destinado a proteger a tu madre. Pero llegué tarde, Eva me pidió que no denunciara…y ahora…
Dio un respingo y echó la música al máximo. El grito de la segunda voz, capaz de emular al mismísimo fantasma de la ópera ahogó todo sonido que pudiera haber en la casa. Me temí lo peor.
-Adhenael… ¿Qué ha?
-¿Es todo tu relato verdad, Lena Weastley? ¿Bill y tú sois tan iguales?
-En gustos coincidimos en todo…-murmuré. Me temía lo peor.
Y Adhenael descorrió el pestillo. Le tomé de la mano, asustada.

LCDLDT 2: La triste historia de Eva Weastley

-De modo que…eres una especie de “agente infiltrado” ¿no?-Le pregunté en un parque cercano, cerca de las dos de la tarde. No hacía novillos muchas veces, pero Will me inquietaba mucho, por lo que decidí irme de aquel sitio para hablar con aquella especie de… ¿duende? Si, duende sería lo más acertado para aquel chico.
-Algo así. Soy…bueno. Algo que sabrás más adelante. Vine por lo de tu madre…tu madre…-no se atrevía a decir que era maltratada, que aquel que le había jurado amor eterno la trataba como a un montón de mierda cada vez que su jefe le daba una mala noticia en su empresa. Y lo peor de todo no era las malas noticias, es que mi padre era un tipo que repudiaba el alcohol. Lo justo para celebrar los cumpleaños o el año nuevo con champán.
Aquel hijo de perra lo hacía bien consciente.
-Si…ya, Will. Ya me he enterado.
Suspiró.
-Sé que es horrible, Lena…pero por ello estoy aquí. Para protegeros.
¿Protegernos? Perfecto.
Me levanté del banco de madera y tomé su mano enguantada.
-Vamos a la comisaría, ¿no?
-No, Lena.-Se levantó y me paró con una mano sobre mi hombro.
-¿Cómo? ¿De qué puñetera forma pretendes protegernos que no sea ir a la comisaría y pararle los pies a ese…ese…?
Se dio la vuelta y me tomó de los dos hombros. Yo seguía llorando, tan impotente…conocía a alguien que decidía echarme una mano y…
-Hay otro modo. De momento, llévame a conocer a Eva.

Eva Weastley nació el 30 de Marzo de 1967. En Sheffield. Inglaterra. Ralph y Eva eran los que recibían en los bailes de fin de trimestre el premio “Pareja del curso”. Aquellos que pasaban el tiempo muerto entre profesor y profesor sin separar sus caras más de diez centímetros.
Se fueron de luna de miel al mejor hotel del Caribe y nací yo. Casi como un sortilegio, ¡Pum! Fue venir al mundo y mis padres comenzaron a discutir. No me achaco la culpa, se que yo no la tuve. Pero cuando yo tenía quince años las broncas fueron a más…y a los diecisiete mi madre había justificado varias costillas rotas por caídas por escaleras, imprudencias al volante…
Yo por supuesto esas cosas no me las creía. Vivíamos en un piso bastante elegante. Un dúplex con muchas comodidades. Entonces, desde el piso más alto escuchaba los golpes…como en el relato, ¿recuerdas? Por eso salí corriendo del salón de actos. Porque me había dado cuenta de que, aun escudándome en un chico alemán común y corriente, solo se diferenciaba de mí en el sexo, la nacionalidad y el nombre.

Will y yo llegamos a la casa. Como ya he dicho era un lugar de lujo mediano, dos plantas y piscina comunitaria y jardín. Mi madre, Eva, estaba sentada en su sillón de color blanco leyendo un best-seller sueco, un tal Larsson…
-¡Hola mamá!-La saludé. Mi madre sonrió. Tenía el labio partido.
-Hola Lena-respondió. Luego miró a Will y se levantó.-Tú…tú eres la Ayuda, ¿no?
Para mi sorpresa, Will asintió.
-Ya no podéis hacer nada.-Dijo funesta pidiendo que nos sentáramos en el sofá.- Lena, te dije que no denunciaras. ¿Sabes por qué?
-Porque puede buscarme, encontrarme y…-Recité como quien se aprende un párrafo para un examen.
-Exacto.-Atajó- Y…tu idea no me parece buena, Will.- ¿Acaso se conocían? Mi desconcierto estaba ya por las nubes…
-¿De qué conoces a Will, mamá?
-No tardarás en saberlo. Solo quedan-miró el reloj-cinco horas…
-¿Para qué?
-Para que él vuelva-en su voz noté miedo. Mucho miedo. Y derrota. Nunca pensé que aquellas cinco horas…tenía que sonsacarle a Will muchas cosas. Pero me rugía el estómago.
-¿Qué hay de comer, mamá?

viernes, 12 de marzo de 2010

LCDLDT 1 "Impotente llorón"


Me llamo Bill Hubberman. Tengo 17 años y me gustan Tokio Hotel y Nigthwish. Soy como una especie de gótico al que le gustan las películas sádicas de “Saw”. Pero esto…ya es demasiado. Oigo sus gritos desde el salón, los golpes e insultos y procuro tener la música al máximo. No quiero oír. Si voy a ayudarla sé que voy a recibir y tengo miedo por ella, por mamá, y trato de sofocar los gritos tecleando lo más fuerte posible mi nueva novela…pero aún la oigo. Deseo ser sordo hasta que todo acabe, pero esto no me es concedido.

Se acaba la canción.
Un nuevo insulto…


Silencio…

No pude más. Llorando como una magdalena, y delante de más de mil personas-todo el alumnado y el profesorado del instituto- apagué el micro y salté el círculo de velas que conformaban las 60 víctimas de la violencia de género aquel octubre de 2009.
Denise, la profesora de Filosofía que dirigía el acto de recuerdo, trató de detenerme: “¡Lena! ¿A dónde vas? ¿Qué te pasa, Lena?”
Nadie podía detenerme.
Nadie.

Mi nombre es Lena Weastley. Tengo diecisiete años y vivo en Sheffield, Inglaterra.
Soy rara a ojos de la mayoría. Tengo el pelo rojo anaranjado y liso y abundante. Lo suelo llevar escalonado. Tengo los ojos violeta, como Elizabeth Taylor-no, no he visto “Cleopatra”, si os lo preguntáis, pero a mi madre le gustaba mucho- y la piel morena. Sí, soy bastante guapa. Lo asumo, pero no alardeo de ello.
Soy gótica al más puro estilo manga. Para ir al instituto me levanto a las seis menos cuarto, me ducho, me plancho el pelo y lo cardo. Me maquillo, me pongo habitualmente leggins y faldas y un corsé y las botas de tacón grueso. Entonces me bebo un zumo, ya se me ha echado el tiempo encima. Es lo que tiene ser gótica de clase alta, que tus ropas son de internet, caras, buenas y muy, muy costosas de poner.
A mí, personalmente me gusta mucho escribir poesía gótica en prosa. Me encanta. Tengo más de un centenar de relatos de diez páginas escritos sobre cruces, almas y princesas que esperan más allá de la muerte a su prometido fallecido.
Una vez presentada creo que debería continuar, ¿No?


Salí del salón de actos y cogí mi bolso. Aquel día no nos hacía falta llevar mochila, puesto que íbamos a estar ensayando todo el rato -o a primeras horas me tocaba informática y en Historia estábamos viendo una película sobre el reinado de Victoria I de Inglaterra-. Del bolso-una cabeza perfecta de Jack Eskellingtone- extraje el pequeño Ipod con calaveritas y lo encendí. Me senté en un banco del pasillo que daba al salón de actos donde, tras la confusión general, se había reanudado el acto y Daniel Wolfe estaba recitando unos versos de John Keats acompañado de la música de cinco violonchelos.
Le di al on y empezó a sonar en mis oídos “Famous Last Words” de My Chemical Romance”. La música emo me sentaba bien. Me sentaba bien cuando estaba mal cuando escuchaba sin poder intervenir en las broncas de mi padre a mi madre porque a la ensalada le sobraba aceite. Me sentaba bien con mi estética de lolita gótica plagada de corsés, botarras hasta las rodillas y faldas de tul.
Con la voz de Gerard Way lloré todo lo que pude, me desahogué de la pena y el dolor que me producía una prosa demasiado real…aun pretendiendo no ser tan real. Lloré y lloré y el maquillaje corrió mejillas abajo.
Fue entonces cuando le vi.
Caminaba despacio, sin pausa, embutido en una sudadera decorada con guepardos bebé que le iba grande. Llevaba los pantalones en su sitio y en su cintura llevaba un cinturón negro y morado. El pelo, rubio como el trigo, le caía bien planchado. Me recordaba a uno de los grupos “para días alegres”: Cinema Bizarre. Si. Claramente aquel me recordaba mucho a aquellos alemanes tan enamorados del manga y el videojuego. En su cabeza, un gorrito blanco y negro le tapaba la frente.
Aquel chico me sonreía. No pude evitar responder de la misma manera. ¿Sabes lo que significa…”buena primera impresión”? Aquello fue demasiado poca buena impresión para lo que aquel aparente desconocido aportaría en la vida de la miserable Lena Weastley.
-Hola, ¿por qué estás llorando, chica?
-¿No estás en el acto?-Le pregunté con curiosidad.
-Acabo de llegar. Voy a matricularme. No sabía nada del acto, ¿de qué va?
-Es un acto contra la violencia de género…y yo acabo de huir de él.
-¿Por qué? ¿Tan mal lo hacían?-Bromeó.
-¿Ni se tu nombre y ya me estás sacando pecho como un chulo de playa?
Pareció alarmado.
-¡Ey, lo siento! De verdad…-Se acercó a mí y me ofreció la mano-mi nombre es William. Will para los amigos. Bill me parece muy feo.
-A mi me encanta-contesté emulando a mi tercer grupo predilecto.
-Ya…-sonrió-¿Y tú eres?
-Lena. A secas.
-Un placer, Lena.-Y se sentó a mi lado.- ¿Por qué llorabas?
-Por…esto-Le tendí la hoja. Él la leyó en silencio. Durante un minuto solo se escuchaba la música del teatro de aquel instituto de Sheffield.
-Lena…-parecía que Will hablaba para sí mismo. Lo que más me sorprendió, fue su frase:-Al fin te encuentro, Lena Weastley.